
Hoy, con la tragedia de Japón a cada rato en nuestras pantallas, vuelven a mi mente recuerdos no olvidados, recuerdos de una niña luchando por su vida, mandando un mensaje de fortaleza al mundo, un mundo que sintió esa angustia con ella, que sufrió con ella, que lloró por ella o por lo menos esa es mi esperanza, la de creer que fuese un mundo que no solo llorase por ella, sino que no se hayan olvidado de ella,
Al igual que yo no me pude olvidar cómo una niña de apenas 13 años, tenía el aplomo de mandar ese mensaje tan lleno de fuerza a todo el mundo, no consigo quitarme esas imágenes, esa agonía que sufrió Omayra, durante tres días hasta que su cuerpo no pudo resistir más, y su vida se rompió.
No consigo entender tantas cosas, creo que no comprendía porque no la sacaban, porque los que estaban allí con ella en lugar de sacar esas imágenes, no la sacaban a ella.
Con la simpleza de mis 8 años, apenas si lograba entender la magnitud de lo que pasaba
solo entendía el dolor que yo sentía, que ni por un momento era comparable al suyo.
Esta imagen me acompaña desde entonces, desde ese día que con dolor preguntaba a mi mama porqué no la sacaban, en esos días en que yo quería ir a sacarla porque no podía verla sufrir.
Ahora, en estos días adultos, en que vivo y soy consciente de las tragedias, mi mente me trae recuerdos de esta niña que perdura entre mis recuerdos y mis sueños y que su historia quedó grabada a fuego en mi cabeza.
no quiero ver mas niños que sufren
no quiero ver más cuerpos inertes
no quiero ver más personas sufriendo………..simplemente, no quiero.
Porque me siento impotente
me siento cabreada por no poder hacer nada
me siento frustrada porque la gente no aparece,
me siento impotente por no saber que hacer,
me siento pequeña ante este mundo que cada vez se hace más insensible
porque nos saturan tanto con esas imágenes
que no comprenden su verdadero significado
y consiguen que la gente se haga invulnerable ante este dolor.
Susana Martín
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