
Cuando en este mundo hay tanta seguía en este lugar nos sobra agua, lastima que no la podamos llevar a quien la necesita.
Hoy amaneció de nuevo lloviendo, parece que el cielo no quiere que nos habituemos a ver el sol, ya mi complejo de garbanzo volvió a aparecer y la gente se vuelve loca luciendo sus paraguas. Yo permanezco al margen ya me cansé de salir siempre con paraguas, de dejármelo olvidado en el trabajo, en la tienda y en cualquier lugar que lo pose unos instantes.
Ya de nuevo volver a recorrer las calles con la odisea de no pisar una baldosa mal anclada que al pisarla te mojes entera los bajos de los pantalones y esquivar los charcos que te encuentras al caminar; y como no; evitar las cuestas (cosa muy complicada en estos lares) para que el agua no te haga resbalar.
Va a ser que cuando el sol reaparezca nosotros volveremos a ponernos nuestras gafas de sol a lo James Deam para evitar la sensación de vampiro que se te queda tras el aguacero y el cielo nublado.
Eso si, cuando mi tierra quiere lucir su esplendor no hay azul más azul que el de su cielo, ni agua más tentadora que la de sus playas, ni calles más tranquilas que las de nuestra ciudad, ni gente más campechana que los astures.
Solo hay un pequeño detalle………..que no sabemos cuando nos toca dejar el paraguas en casa y cuando no.
Susana Martín
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